No hay casualidades. Todo tiene su razón de
ser. Las personas no llegan a nuestra vida por suerte, juegos de azar o
caprichos divinos. Llegan porque tienen que llegar.
Aparecen de las formas
más extrañas, raras, románticas, curiosas o simpáticas. A lo mejor no en el
momento que más esperábamos, pero sí, en el más adecuado.
Aparecen no cuando las
pedimos, sino cuando estamos preparados para recibirlas. Esa es la mágica
sincronía de la vida.
Todas las personas que
aparecen en nuestra historia, traen consigo una lección (aunque a veces, ni
ellas mismas se den cuenta); una lección que puede durar 5 minutos en una
conversación con un desconocido u otra que puede durar años con el amor de tu
vida.
Las personas tienen
“caducidad”, “vigencia” o tiempo determinado. Algunas llegan por unas semanas,
otras por un par de meses, otras más por unos años.
No es cuestión de
tiempo, sino de intensidad y del impacto que hayan tenido en nuestro corazón.
Eso es lo que al final importa y lo que hace que nuestros sentimientos y
emociones hacia ellas permanezcan para siempre. Más allá de la costumbre de
estar, lo que importa es el amor.
Hoy, seguramente, muchas
personas pasarán por tu vida. Aprovecha el momento. Algunas estarán tal vez,
como meseras en un restaurant, otras conduciendo un auto, a lo mejor trabajando
por tu oficina, esperando en la estación del metro o simplemente caminando por
la calle. No importa si te topas por poco tiempo o se quedan el resto de tu
vida; siempre tendran valiosas lecciones que darte.
Nadie llega a tu vida
sin motivo. Eso es lo realmente importante.
¿No crees? Nos leemos la
siguiente
Comprometido con tu
inspiración,
Por: David Montalvo
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