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Usted Sabe ¿Cómo Incorporar la Oración a la vida familiar?  La vida familiar es dinámica, existen momentos felices y memorables, y hay momentos de roces y peleas, pero lo importante en todo eso es encontrar momentos donde la familia puede presentarse ante Dios y orar en familia. Para muchas familias cristianas, encontrar este espacio, donde todos estén juntos, y con el mismo ánimo es casi imposible, porque cada uno tienes sus tareas, actividades y horarios. Cuando los chicos aún son pequeños, la oración en familia es más fácil, se da a la noche o antes de ir a dormir.

Uno de los objetivos de la oración en familia es que los niños escuchen cómo el padre o la madre expresan su fe y su reverencia a Dios a través de la oración. Así verán y escucharán la relación viva que los padres tienen con Dios y tendrán un parámetro para su propia vida.
En una oportunidad los discípulos escucharon orar a Jesús y lean lo que sucedió: "Aconteció que, estando Jesús orando en cierto lugar, cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo; - Señor, enséñanos a orar, como también Juan enseñó a sus discípulos”. Lucas 11.1. El solo escuchar a Jesús hablar con su Padre, despertó el interés de los discípulos por una relación más profunda con Dios.
La pregunta ahora es, cómo una familia puede incorporar la oración en su vida familiar. A continuación Mary deMuth nos da unas ideas bien actuales para hacer la oración parte de nuestra vida: 

Usen la tecnología. Vivimos en la era digital, y nuestra familia ha aprendido el valor de la tecnología para orar los unos por los otros, utilizando el correo electrónico, los mensajes de texto, e incluso los sitios de redes sociales. He enviado mis peticiones de oración por correo electrónico a mis hijos: ellos han enviado mensajes de texto con sus peticiones, y yo les he respondido con oraciones específicas. Cuando viajo, oramos juntos por teléfono. Y cuando me escriben en Facebook acerca de sus peticiones, intercedo por ellos en mi respuesta.

Desconéctense. Muchas veces, a la oración se le da una importancia secundaria, por lo saturadas que están nuestras vidas. Cree una zona segura en su casa y un período de tiempo donde se desconecten por completo de la televisión, la música, la Internet y la computadora. En ese silencioso período, anime a sus hijos a escuchar a Dios, que es el otro lado de la oración que, con frecuencia, no practicamos. Pasen tiempo, como familia, compartiendo tranquilamente sus preocupaciones, alegrías y necesidades.
Pongan las peticiones por escrito. Cuando mis hijos eran pequeños, utilizábamos una pizarra para mantener el control de las peticiones, y para ver cómo las respondía Dios. Con tiza de colores, dividía la pizarra en tres secciones: fecha, petición y respuesta. Nos turnábamos para expresar nuestras peticiones; después, cada uno anotaba la fecha y la necesidad. Cuando Dios respondía específicamente nuestras oraciones, anotábamos la fecha y la forma como había respondido. Otras ideas son escribir las peticiones en un diario de la familia, o en una sencilla libreta. Llevar un control de la actividad de Dios, no importa la forma que se adopte, fortalecerá la fe de sus hijos y profundizará la determinación de ellos de comunicarse con Él.

Tomen un nombre para orar. Cada semana (o mes), que todos tomen al azar el nombre de otro miembro de la familia. Durante el tiempo designado, ore cada uno por esa persona.

Escuche, y luego actúe. En este mundo enloquecido algo que sus hijos necesitan es que usted los escuche con atención. Deténgase, escuche y esfuércese por escuchar lo que quieren decirle. Cuando compartan sus frustraciones o preocupaciones, ore por ellos en ese momento. No se limite a prometer que va a hacerlo después.

Utilicen los altibajos como trampolín. Cada noche, durante la cena, mencionamos las cosas buenas y malas del día. ¿Por qué no dar un paso más allá en la conversación utilizando esos altibajos como un trampolín para orar después de comer? Oren por quien esté a su izquierda o a su derecha, o al otro lado de la mesa.  

Visiten lugares nuevos para orar. Piensen en la posibilidad de dar una caminata en el parque de su vecindario como otra forma de desconectarse del mundo y conectarse con el corazón de Dios en oración y estudio de su Palabra.

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