Se marchó a jugar a Angola con 40 años, donde
además desarrolla una intensa actividad social y espiritual. ¿Por qué?. “Soy
evangélico, creo mucho en Dios” y su asesor espiritual (Víctor) mucho antes de
ir a África...
Se marchó a jugar a Angola con 40 años, donde además desarrolla una
intensa actividad social y espiritual. ¿Por qué?. “Soy evangélico, creo mucho
en Dios” y su asesor espiritual (Víctor) mucho antes de ir a África, cuando
estaba pensando incluso en retirarse del fútbol, le dijo que iría a Angola.
Poco más de medio año después, un empresario de Angola le invitó a jugar al
fútbol allí. En aquel momento no se lo podía creer. Cree que fue algo de Dios.
Aunque nada es cómodo en su nuevo destino. Por ejemplo, tarda casi dos horas en
recorrer 25 kilómetros para ir a entrenar. Se levanta a las seis de la mañana
para empezar a entrenar a las ocho. La experiencia le ha dado otro valor a su
vida. “Pido menos, no pierdo el tiempo en cosas absurdas”.
COMPROMISO ESPIRITUAL Y SOCIAL
Además de jugar, ha
levantado en Angola una iglesia evangélica. En un país que se está
desarrollando tras haber sufrido una guerra también ha abierto un instituto de
ayuda social, que trabaja tanto en Angola como en Brasil, para los más
necesitados.
“Dios me dio tantas cosas
en este mundo durante mi vida que ahora tengo que poner mi corazón, mi energía,
mi fuerza para intentar devolver todo de alguna manera” explica Rivaldo. “Es
fácil vivir en Barcelona, Londres, Sao Paulo… Son ciudades maravillosas. Es
fácil dar cariño y abrazar a personas perfumadas, guapas, ricas, pero no lo es
a alguien que no puede bañarse ni comer.
Esas personas no tienen
la culpa de venir al mundo en esas circunstancias, y hablo también de las zonas
pobres de Brasil o de otro país. Al final, es algo, tal vez, del destino. Yo
mismo podría ser quien estuviese allí” razona con enorme seguridad Rivaldo. “No
nos vamos a llevar nada después de la muerte. A las 24 horas de morir, todos,
pobres o ricos, seamos como seamos, acabamos igual. Por eso tenemos que ayudar
a Dios, para tener esa vida eterna, porque el cuerpo no vale para nada. El
corazón y el espíritu es lo que permanece. Es, por lo tanto, Dios quien está
tocando mi corazón cada día para poder ayudar a todos ellos. Estoy hablando de
Angola, pero vale para cualquier lugar.”
SU ENCUENTRO CON JESÚS
Como cristiano evangélico
“me convertí, quiero seguir el camino de Dios. Ahora lo ves todo muy diferente,
no tienes maldad, procuras fallar lo menos posible”. Como fruto de esto su
pensamiento ya no está en el lado material, ahora piensa en el lado espiritual;
y esto le hace ser una persona muy distinta, que le da una felicidad que no
había tenido antes. ¿Cuándo y cómo encontró a Dios? Antes de cumplir 32 años, y
tras salir del Cruzeiro, se quedó a vivir en Mogi Mirim, en Brasil. Oía voces
que le decían que iba a morir en un accidente de coche. Un día, salió de Mogi
Mirim rumbo a Sâo Paulo y acabó pasando por Curitiba, por lo que llaman la
carretera de la muerte por lo peligrosa que es. No paraba de escuchar esas
voces. “Vas a morir en un accidente de coche. Vas a morir”. Y, de pronto,
escuché otra voz que decía: “Si tú crees en mí, no morirás. ¡Cree en mí!”.
El está seguro de que era
la voz de Dios. Su esposa por entonces ya era cristiana evangélica. Ese día de
la carretera de la muerte, de vuelta a casa, cuando subió al ascensor se puso a
llorar. Entonces, ella hizo una oración con él, le dijo que siguiera el camino
de Dios, y le leyó un versículo de la Biblia. Jamás volvió a escuchar esas
voces. Desde entonces, es otro. Ahora sabe que “Dios existe de verdad, no
quiero ir al infierno, solo seguir su camino. Ahora es como si tuviera ocho
años de vida. Desde el 2004, soy una persona nueva. Le agradezco que me diera
la oportunidad de tener una vida buena en la tierra y otra mejor que esta. Se
lo agradezco a Dios doblemente”.
TODA UNA GRAN FIGURA DEL FÚTBOL
El verdadero nombre de
Rivaldo es Vitor Borba Ferreira Gómez (Paulista, Brasil, 19 de abril de 1972) y
fue uno de los grandes. Como Ronaldinho y como Messi. Ganó también un Balón de
Oro (1999) y el FIFA World Player (1999). Fue campeón del mundo (2002) y de
América (1999) con la selección brasileña, de la Champions League con el Milan
(2003) y de nueve Ligas en cuatro países distintos, desde Brasil (Palmeiras,
1994 y 1995) hasta Uzbekistán (2009), antes de desviar el camino que le guiaba
a la portería hacia el altar. Rivaldo marcó una época, como la han marcado
Ronaldinho y Messi a su manera y en la dimensión que han sabido. No se
explicarían las dos Ligas de Louis van Gaal (1998 y 1999), ni la Copa (1998),
ni la Supercopa de Europa (1999) sin los 130 goles en 235 partidos que anotó el
diez de aquella época, aunque comenzara llevando el 11.
Fuente: El Periódico de
España /Protestante Digital
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