Lo
que usted hace es menos importante que el espíritu con que se entrega a la
tarea. Los cristianos tratamos, a veces, de dividir en dos categorías lo que
hacemos —la categoría secular y la religiosa. Pero Dios no tiene un conjunto de
normas distintas para nuestras diversas tareas. Todo lo que hacemos debe ser hecho como
para el Señor, ya sea en el trabajo, en el hogar, en la escuela, en la iglesia
o en la comunidad. Dado que esto abarca todos los aspectos de la vida,
necesitamos saber qué dice la Biblia acerca del trabajo de los creyentes.
Leamos Colosenses 3.17 y Colosenses 3.22-25 (NVI):
Y todo lo que hagan, de palabra o
de obra, háganlo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios el Padre
por medio de él” (v. 17).
“Esclavos, obedezcan en todo a
sus amos terrenales, no sólo cuando ellos los estén mirando, como si ustedes
quisieran ganarse el favor humano, sino con integridad de corazón y por respeto
al Señor. Hagan lo que hagan, trabajen de buena gana, como para el Señor y no
como para nadie en este mundo, conscientes de que el Señor los recompensará con
la herencia. Ustedes sirven a Cristo el Señor. El que hace el mal pagará por su
propia maldad, y en esto no hay favoritismos” (vv. 22-25).
En
este pasaje, es importante recordar que el contexto histórico de Pablo es
diferente al nuestro, y que él no estaba aprobando la institución de la
esclavitud. Aquí, la preocupación principal de Pablo es nuestra actitud —la
manera en que desempeñamos nuestro trabajo. Aunque su enfoque está en la
relación amo-esclavo, los principios se aplican a nosotros hoy. Todo debe
hacerse para Cristo, con un corazón agradecido y sincero. No hay lugar para los
esfuerzos tibios o para la negligencia, solo porque creemos que nadie nos está
observando. En realidad, Pablo dice que debemos temerle al Señor en todo lo que
hagamos, porque Él es quien nos ve. Es a Dios a quien servimos; Él es a quien
rendiremos cuentas, y quién nos recompensará por el trabajo bien hecho.
EXAMINEMOS AHORA QUÉ MÁS DICE DIOS EN CUANTO A NUESTRO TRABAJO.
Somos
mayordomos de todo lo que el Señor nos ha confiado. Un
mayordomo es un administrador de los asuntos de su jefe, y a nosotros, como
cristianos, se nos han confiado las buenas obras que el Señor ha dispuesto para
cada creyente. El propósito no es compararnos con los demás, sino que seamos
hallados fieles (1 Co 4.2). En Lucas 12.42-48, Jesús cuenta una historia acerca de dos mayordomos
—uno había hecho su trabajo con fidelidad, y el otro no— para ilustrar la forma
en que sus seguidores son responsables ante Él, ya sea de mucho o poco.
Recordemos que el apóstol Pablo
siguió trabajando al mismo tiempo que llevaba a cabo la Gran Comisión. En 1 Tesalonicenses 2.9, le
dice a los creyentes: “Recordarán, hermanos, nuestros esfuerzos y fatigas para
proclamarles el evangelio de Dios, y cómo trabajamos día y noche para no serles
una carga” (NVI). Su deseo de ser un siervo diligente también está descrito en Hechos 18.14-4; Hechos 20.34, 35; 2 Tesalonicenses 3.6-10.
• Llevar
a cabo la obra que Dios ha dispuesto para nosotros requiere disciplina. El apóstol Pablo comparó la vida espiritual con una carrera, y
dijo: “Todos los deportistas se entrenan con mucha disciplina” (1 Co 9.25). Si queremos
recibir un “¡Hiciste bien!” al final de la vida, debemos poner nuestros deseos,
emociones, mente, prioridades y manera de hablar bajo el control del Señor. Si
no lo hacemos, estas cosas se convertirán en desvíos que nos apartarán o en una
carga que nos impedirá terminar el recorrido que Dios ha dispuesto para
nosotros (He 12.1).
• La
manera como nos ocupamos de nuestro trabajo es importante. Aun cuando realicemos todas las tareas que tengamos ante nosotros,
es posible que los resultados que logremos no sean del agrado de Dios. No
porque Él sea un capataz duro o perfeccionista, sino porque la manera de hacer
nuestro trabajo es tan importante (si no más) para Él, que lo que hagamos. Dios
quiere que sus hijos lleven a cabo las tareas a las cuales Él les ha llamado,
con corazones gozosos y dispuestos, y que hagan su trabajo con excelencia. (Véase 1 Co 9.7). El
trabajo de mala calidad o hecho con un espíritu amargado no logrará el
objetivo.
* La palabra en
hebreo para “trabajo” que aparece en Proverbios 22.29, melakah,
es utilizada 167 veces en las Sagradas Escrituras, la primera vez en Génesis 2.2 y la última enHageo 1.14.
PREGUNTAS
• ¿Quién determina
lo que usted hace —usted o Dios? ¿Cómo puede saber si está siguiendo el plan
del Señor o su propia agenda? ¿Qué cambiaría en su vida si se considerara un
mayordomo de las cosas de Dios, en vez del dueño de su propia vida?
• Al examinar sus
motivaciones, valores y ética de trabajo, ¿qué cambios necesita hacer para
llegar a ser un mayordomo más fiel de Cristo?
Fuente : Encontacto.org.
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