¿Cuántas oportunidades
hemos perdido por no controlar nuestro temperamento? ¿Cuántas puertas hemos
cerrado por nuestros enojos? ¿Cuántas personas hemos alejado de nosotros por
nuestro carácter? ¿Cuántos momentos hemos arruinado por nuestra actitud?
El carácter es aquel
conjunto de rasgos por el que nos identifican los demás; la Biblia dice:
“Ningún árbol bueno produce frutos malos, y ningún árbol malo produce frutos
buenos. Cada árbol se conoce por los frutos que produce. De una planta de
espinos no se pueden recoger higos ni uvas. La gente buena siempre hace el
bien, porque el bien habita en su corazón. La gente mala siempre hace el mal,
porque en su corazón está el mal. Las palabras que salen de tu boca muestran lo
que hay en tu corazón. Lucas 6:43-46 (TLA)
Si meditamos en el texto
que hemos leído aprendemos que la actitud del hombre es el reflejo de lo que
hay en el corazón, es decir, que si tenemos un mal carácter es porque en
nuestro interior aún hay maldad y eso se refleja en nuestras acciones. “Pero lo
que sale de la boca, del corazón sale; y esto contamina al hombre.” Mateo 15:18
Sin embargo, la palabra
de Dios nos enseña que nosotros tenemos que ser personas diferentes a lo que
éramos antes. Y tal vez te preguntes, pero ¿cómo puedo cambiar mi mal carácter?
La respuesta la encontramos en 2 Corintios 5 que dice: “De modo que si alguno
está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son
hechas nuevas.”
Únicamente podemos
hacerlo por medio de Jesús, permaneciendo en Él y dejando que el Espíritu Santo
gobierne nuestra vida. Y eso se logra sólo por medio de la comunión continua
con el Señor. Porque cambiar el carácter no es cuestión fuerzas humanas, es
interno e espiritual.
Si quiero cambiar mi
carácter tengo que poner mi vida en las manos de Jesús todos los días, porque
si no leemos la Biblia, no oramos, ni vamos a la iglesia, nuestro mal carácter
nos dominará.
Busquemos cada día ser
llenos de la presencia de Dios, así nuestro carácter cambiará. “En
cambio, el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad,
bondad, fidelidad, humildad y dominio propio”. Gálatas 5:22.
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