El dueño de Corporación
Lindley habló con El Comercio en el 2010 la exitosa unión de las dos grandes
marcas de gaseosas.
No cree ser un hombre
poderoso. Tímido, humilde y sobre todo apasionado, este empresario que creyó en el sabor peruano mucho antes del 'boom' gastronómico de los
últimos años está convencido de que el Perú es un paraíso para invertir. Este
es el pensamiento de Johnny Lindley.
¿Si los peruanos aman Inca Kola
y usted es el dueño, estoy frente a uno de los hombres más poderosos del Perú?
Yo
no me siento poderoso. Yo tenía 5 años cuando nació la bebida y, por supuesto,
me siento identificado como todos los peruanos.
¿Usted era un niño travieso?
No,
recuerda que pertenezco a una familia británica que tenía reglas. Recuerdo que
a los 5 años mi padre me decía: acompáñame a contar en el camión, y allí iba
yo. Mi obsesión de niño era manejar camiones, eso quería: repartir.
¿Y manejó camiones?
¡Claro!
Yo comencé a repartir cuando salí del colegio. A los 18 años ya manejaba por
todo Surquillo y Barranco, también iba a La Punta. Era una pelea para conseguir
clientes y yo ofrecía.
Entonces comenzó de abajo...
Toda
la familia hizo lo mismo, esto es nuestra escuela, nuestra universidad, nuestra
pasión. El esfuerzo era artesanal, recuerda que ni siquiera había
refrigeración. Antes era otro mundo.
¿En estos años cuál es el
invento que más lo ha sorprendido?
Un
cúmulo de cosas. Yo recuerdo que de chico Dick Tracy tenía un reloj y hablaba
por radio, luego llegó James Bond con su auto y sus cosas increíbles y ahora
mira todo lo que tiene un celular. Es impresionante la tecnología.
¿Y cómo hicieron para
sobrevivir? Muchas familias se quitan los ojos por dinero...
Dios
mediante, hemos llegado a los cien años con la familia siempre unida y con la
divisa que alguna vez puso mi padre: hacer las cosas bien, portarse bien y
quererse siempre. Son principios elementales que seguimos. Lo tenemos en la
sangre y los trabajadores son nuestra familia.
¿Qué solía decir su padre?
Que
todos somos iguales, que todos debemos respetarnos y ayudarnos. Esa era la
consigna y no había cómo mandarse la parte porque todos ponían el hombro. No se
debe abusar del dominio, nunca. Respetos guardan respetos, esa es mi norma.
¿Acepta opiniones en contra?
Todo
el día, es bueno discutir. Los errores te enseñan a escuchar.
¿Fue un error vender sus
acciones a Coca-Cola?
Esa
es una interpretación errónea que fue manipulada de manera interesada. Esto es
una sociedad estratégica, significó asociarse con el primer productor de
gaseosas del mundo que antes nadie consiguió. Inca Kola era nuestro bien
heredado y pensamos: ¿quién podría tenerla segura para toda la vida? Coca-Cola,
que es quien tiene la bebida número uno del mundo. Lo logramos. El rey del
mundo nos pidió ser socios, y esto no se ha repetido.
Entonces el 50% es suyo y el
otro 50 % de Coca-Cola...
No,
ellos tienen cerca de 40%, nosotros más de 50%; y el resto, familiares y otras
empresas.
La negociación duró tres años.
Sí,
y aceptaron nuestros planteamientos. Para tranquilizar nuestras dudas
entrevistamos a todos los peruanos que pudimos para saber qué les parecía la
alianza con Coca-Cola. El resultado fue que lo merecíamos.
¿Usted le ha dado su fórmula
secreta a Coca-Cola?
Exacto,
¿en qué mejores manos podría estar? Teníamos que pensar en el mañana. Coca-Cola
tiene 125 años y sigue viviendo, nosotros cumplimos este año 75, era lo mejor
que podíamos hacer. Era poner lo más valioso que teníamos en las manos más
seguras del mundo. Peleamos bien desde el principio y todo lo que ha venido
después son imitaciones, tanto de Coca-Cola como de Inca Kola, lo que han hecho
después es básicamente imitar.
Cuénteme el secreto...
El
secreto es que el sabor no se puede identificar, es amarillo por el oro del
Perú, pero su sabor no se puede descifrar. Si te gusta o no te gusta, es otro
tema.
Entonces no me dirá la receta.
Lo
importante es que te guste y si te gusta ya tienes tu receta.
¿Por qué Coca-Cola no logró
vencer a Inca Kola?
Nosotros
aprendimos de ellos a manejar el mercado, fuimos avanzando con el tiempo y no
podemos negarlo: Coca-Cola fue la escuela. Lo otro fue nuestro sabor. Yo no sé
jamonearme, pero sí puedo decir que la construcción de la marca a través de la
publicidad tuvo un gran impacto.
¿A quién se le ocurrió la frase
"Bebida de sabor nacional"?
Fue
un grupito que desarrolló...
No sea tan humilde, pues.
Cuénteme cómo se le ocurrió...
No,
pues, siempre hemos trabajado juntos, yo pensaba cómo acuñar una frase. La que
tengo grabada para toda la vida es: "Inca Kola solo hay una y no se parece
a ninguna". Eso se cumplió. Conseguida su propia imagen jugamos con el
sabor nacional porque la bebida va con todas las comidas.
Y si hoy lo rapto y nos vamos a
almorzar, ¿qué comemos?
Tendríamos
que ir con la enfermera, ja, ja, ja. Te cuento una anécdota de almuerzos.
Cuando recién empezamos nosotros íbamos a los restaurantes, éramos como 12
personas y siempre pedíamos los mejores platos, luego pedíamos Inca Kola para
tomar y si no había nos retirábamos, al poco rato venía un vendedor nuestro y
ofrecía la bebida, por supuesto que la compraban. Lo hicimos muchas veces, era
una forma de hacer crecer la demanda. Los mozos nos adoraban...
¿Y ahora qué toma: Inca Kola
normal o diet?
Nunca
tomé bebida de dieta de nadie, pero cuando sacamos la nuestra probé. Recuerdo
que Gastón me dijo que Inca Kola diet sí era una verdadera light porque no
había cambiado el sabor. Demoramos cinco años en llegar al sabor, no nos
apuramos hasta lograrlo, no queríamos que dejara ese residuo que hay en las
otras.
Entonces no le importa demorar
hasta lograr lo que quiere.
Es
que uno debe sentir que las cosas están bien antes de arriesgarse. No debes
apurarte.
¿Por qué cree que lograron
meterse en el corazón de los peruanos?
Porque
supimos comunicar que nos sentíamos parte del país. En las épocas del
terrorismo decíamos que Inca Kola era el sabor que nos une, dábamos ánimos;
cuando pasaron los tiempos del dolor era el sabor de la alegría, era la fiesta.
Frente a las imitaciones comunicamos que Inca Kola es el sabor peruano, siempre
hicimos esa distinción, siempre nos sentimos orgullosos del Perú.
Usted, mucho antes del 'boom'
gastronómico, se enorgulleció de la comida peruana...
Siempre
me gustó la comida peruana; además queríamos encontrar un canal que todos
asociáramos, sentíamos que éramos un sabor cuyo valor era el Perú.
Usted tiene 80 años, Inca Kola
cumple 75, su corporación 100, ¿cómo ha visto al Perú?
Creo
que hoy todos los países son optimistas con su desarrollo, pero el Perú ha
demostrado que soportó mejor que nadie la crisis, somos un ejemplo. Los
peruanos somos muy trabajadores, nos gusta crecer, yo lo veo. En el país hay gente
muy emprendedora y si nos hemos mantenido cien años es por la gente
trabajadora; eso agradecemos. Yo creo en el Perú, hemos peleado por avanzar y
en eso seguimos.
¿Alguna vez se ha sentido dueño
del mundo?
Mi
primera mirada en el espejo cada mañana es la misma: siempre me digo que no soy
nada, que debo seguir trabajando, que soy como todas las personas. Si me
creyera el mejor, seguro que me botan de la empresa. Tenemos tres mil
trabajadores que no saben de posturas ni complejos. Un empresario tiene que respetar
a su colaborador, y no es una pose, es un valor que debe primar.
Hay gente que se marea con el
poder y el dinero...
Solo
te puedo decir que aquí nací, que aquí vengo todos los días, ¿cómo me olvido de
eso?, ¿cómo me vuelvo diferente? No hay forma. Hay gente que sin tener nada es
muy soberbia e imagino que son genes o cosas aprendidas.
Dicen que usted es tímido.
La
timidez podríamos catalogarla de dos modos, una es no existir, la otra es no
buscar sobresalir, yo pertenezco a la segunda.
¿Qué le aconseja a un joven que
sueña con triunfar?
Le
diría que defina bien su sueño porque hay muchas oportunidades y el ritmo es
muy fuerte. Que piense con mucho detenimiento lo que quiere hacer porque
cualquier cosa que elija tendrá competencia y para eso hay que aprender y
trabajar duro. El que más se prepara es el que más opciones tiene, por eso hoy
son imprescindibles educación y tecnología. Y lo más importante: para emprender
algo hay que saber que se puede triunfar. Querer triunfar, ese es el tema.
¿A qué parte del Perú todavía
no ha llegado?
Al
Ángel.
Ja, ja, ja, ja, ¿al cementerio?
Ja,
ja, ja. Hemos llegado a todo el Perú, pero también entendemos que hay bebidas
regionales. Queremos crecer más y ese es nuestro objetivo actual. No es fácil
llegar a las provincias recónditas. El Perú es un paraíso para invertir.
Maruja, su hermana (*), ¿ella
delegó todo en usted?
Noooooooo,
ella tiene su familia, sus hijos, ella trabajó mucho.
¿No le dijo hazme millonaria?
Ja,
ja, ja, noooooo, qué bah. Tampoco, tampoco, si me decía eso le hubiera dicho
que trabaje y no se confíe mucho. Ella estuvo muy comprometida. Yo no entiendo
a la mujer que no trabaja, no entiendo a la gente que no hace nada. Y mira, hoy
dos mujeres intentan ser presidenta del Perú.
¿En qué cree Johnny Lindley?
En
lo más elemental: creo que hay un Dios y que uno puede refugiarse en él. Cuando
me levanto, lo primero que hago es pedirle energía, que todo salga bien durante
el día. Todos, lo digamos o no, sentimos lo mismo: queremos que nos vaya bien.
¿Y qué le molesta?
No
tengo rencores ni resentimientos porque si mantienes la incomodidad te
envenenas el alma innecesariamente. Si piensas siempre tener la razón, se
complican las cosas.
¿Nada le molesta?
Allí
es cuando me miro otra vez al espejo, cuando pienso que algo me molesta de los
otros me miro para ver si yo no he caído en lo mismo. El espejo siempre te dice
cómo estás. Uno puede tropezar, pero hay que saber salir.
Esta entrevista será leída por
miles de peruanos que han probado su bebida, ¿quiere decirles algo?
Solo
quiero decir que estamos en un gran país, que tenemos que aprovechar las
oportunidades. Nuestro principal deber es que el Perú avance.
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